“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mateo 27:46). Nos rompe el corazón oír este doloroso grito de Jesús. Muchas personas se identifican con sentirse abandonadas, solas y asustadas.
El doctor comunica un diagnóstico devastador. El cónyuge confiese un amorío. Uno pierde su trabajo. Un desastre natural destruye la casa. “Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
Colgado en la cruz, Jesús se sintió desamparado. Como el Hijo divino de Dios, sabía que no estaba solo, pero como hijo de la humanidad, se sintió abandonado, aunque fuera un segundo, aunque fuera a nuestro favor.
Cuando sufrimos nosotros también sabemos la verdad. Podemos citar que “Dios dispone todas las cosas para el bien” (Romanos 8:28), pero en medio de nuestra propia oscuridad, luchamos para creer que esto se aplique a nosotros.
En esos momentos, nos ayudan las palabras que un padre pronunció cuando trajo su hijo para que Jesús lo sanase. Cuando Jesús le preguntó si tenía fe en que Jesús podía sanarlo, el padre respondió: “¡Sí creo! ¡Ayúdame en mi poca fe!” (Marcos 9:24).
La duda
La duda no es lo opuesto a la fe, sino un componente de ella. La gente de fe tiene momentos de duda, incluso aquellos con una fe fuerte y profunda. Tomás es el discípulo de Jesús que se le conoce por sus dudas. Tuvo que ver al Jesús resucitado con sus propios ojos para poder creer.
En el Evangelio de Mateo, después de la resurrección, un grupo de discípulos se reunió con Jesús en una montaña. El texto dice que “lo adoraron, pero algunos dudaban” (Mateo 28:17).
El apóstol Pedro tuvo un momento de gran fe cuando se aventuró a salir de la barca para caminar con Jesús en el agua. Pero cuando notó el viento y las olas empezó a dudar hasta hundirse.
La duda de Juan Wesley
Como metodistas unidos, Juan Wesley nos sirve de inspiración como fundador del movimiento metodista. Incluso este osado evangelista tuvo sus momentos de duda.
En marzo de 1738, nos cuenta en su diario como se sentía algunas semanas antes de la experiencia que tuvo en Aldersgate: “Estaba… claramente convencido de la incredulidad… De inmediato me vino a la mente, ‘Deja la predicación…’ Le pregunté a Peter Bohler si él pensaba que yo debía dejar el ministerio. Me respondió, ‘De ninguna manera… predica la fe hasta que la consigas. Y cuando la consigas, predicarás la fe’”.
Quizá nosotros no tengamos un púlpito de donde predicar la fe, pero cada uno de nosotros puede orar la fe, incluso si pasamos por un momento de duda y dolor. Cuando estudiamos y oramos, seguimos el ejemplo de Jesús en la cruz.
En su tiempo de profundo dolor físico, emocional y espiritual, Jesús recitó parte de una oración que probablemente memorizó muchos años atrás. Las palabras “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” forman la primera línea del Salmo 22, una oración para tiempos de angustia.
Alguien que lo ha experimentado
El Rev. Ronald Greer es director del Servicio de Consejería Pastoral de la Iglesia Metodista Unida Peachtree Road, en Atlanta, Georgia. Greer nos habla del clamor de Jesús en la cruz. “El dolor que Jesús sintió en ese momento fue tremendamente real”, nos dice. “Este es un Cristo que entiende lo que es ser humano, lo que es agonizar, lo que es experimentar una profunda crisis emocional”.
Tener alguien que entiende tu dolor es una gran ayuda en momentos de lucha. Greer sabe esto como consejero y persona que ha sufrido mucho. Su hijo de tan solo dos años murió trágicamente. Greer y su esposa compartieron su dolor con su congregación. Cuando escribió un libro para contar su historia y así ayudar a otros, mucha gente se enteró de su dolor.
Greer notó algo de aquellos que lo buscaban para recibir consejería.
“Trato a un número radicalmente desproporcionado de personas que pasan por un duelo, especialmente después de la muerte de un niño”, nos informa. Muchos de sus clientes le dicen que lo eligieron porque “queremos hablar con alguien que ha estado allí, porque si no has estado allí, no lo entiendes completamente”.
La gente no siempre entiende el dolor. Jesús lo entiende porque sintió pena, dolor y soledad, cuando oró “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”
Fe prestada
Es terapéutico estar con otros que entienden. Nos da la oportunidad de tomar prestada su fe mientras que permanecemos en la duda.
Los evangelios de Marcos y Lucas nos cuentan una historia en la que Jesús sanó a un hombre que fue bajado desde el techo de la casa en donde Jesús estaba enseñando. Ambos autores incluyen algo notable: “Al ver Jesús la fe de ellos”, Jesús sanó al hombre (Marcos 2:5; Lucas 5:20).
A Jesús no le impresionó la fe del hombre bajado en una camilla, sino la fe combinada del hombre y sus amigos.
Cuando la duda nos inunda, tomamos prestada la fe de otros. Confiesa tus luchas con alguien que tú confías y deja que la fe de esa persona sea suficiente. Quizá te lleve a los pies de Jesús.
Dios está contigo
El título mesiánico que le otorgamos a Jesús es Emanuel. Cantamos este nombre en Navidad pero el resto del año nos olvidamos de él. Emanuel es una palabra hebrea que significa “Dios con nosotros” (Matero 1:23). Jesús, Dios encarnado, es la señal de que Dios está con nosotros aunque no lo sintamos.
En el hospital, el tribunal, la funeraria, Dios está con nosotros. En nuestras luchas, peleas y noches de insomnio, Dios está con nosotros. En nuestra fe o dudas, Dios está con nosotros. “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”
La gente de fe experimenta períodos de duda. Esto está bien. Jesús experimentó lo mismo. Jesús caminará contigo a través de la duda.
Preguntas para reflexión y discusión
- Si pudieras pedirle a Dios que te aclare algo con lo que luchas, ¿qué le preguntarías?
- ¿Es la duda un pecado? ¿Puede la duda ser útil?
- El artículo dice que “La duda no es lo opuesto a la fe, sino un componente de ella”. ¿Concuerdas con estas palabras? ¿Por qué sí o no?
- ¿Cómo es la oración un acto de fe en medio de la duda? ¿Cómo podría ayudar una oración aprendida en la niñez, leída en la Biblia u otro libro?
- ¿Ayuda saber que Jesús “ha estado allí”? ¿Por qué sí o no? ¿Ayuda saber que los personajes bíblicos y los héroes de la fe tuvieron dudas? ¿Por qué sí o no?
- Investigue las historias bíblicas de aquellos que dudaron. ¿Con qué se identifica?
- ¿A quién acudirá si tiene dudas? ¿Podrá tomar prestada su fe?
- ¿Por qué no se habla mucho de la duda en la iglesia?
Joe Iovino trabaja en UMC.org, en Comunicaciones Metodistas Unidas. Contáctese usando el email:[email protected].