Luz, colores e historia

Me acuerdo de la primera vez que vi un vitral. Tenía sólo cuatro años y empezaba el Kindergarten en una escuela luterana, en el centro de Las Vegas, Nevada.

El vitral tenía unos 30 pies de alto y retrataba la historia de la resurrección con vivos colores y formas. Era una ventana especial porque me entregó mi primer entendimiento de quién es Jesús y de lo que hizo por mí.

Antes que supiera leer música o interpretar la Biblia, aprendí del amor de Dios a través de un arte visual capaz de contar una historia, como ocurría con la gente de la iglesia en la Edad Media, cuando no se había inventado la imprenta. Pasé horas contemplando la ventana durante la capilla de los miércoles por la mañana y cuando cantaba en el coro de la escuela. El ver a Jesús saliendo de la tumba y glorificando la creación son cosas que se convirtieron en los pilares de mi fe y jornada espiritual.

Es probable que en algún momento de su vida, usted haya visto magníficos vitrales extravagantes. Al igual que la predicación de la Palabra o la ejecución de una pieza musical, el vitral es un arte maravilloso que requiere muchos años de práctica para llegar a ser un experto. Se convierte en un tipo de disciplina espiritual cuando uno lo entiende de esta manera, porque alguien dedicó una porción de su vida a ayudar a otros a entender y admirar el amor que Dios tiene por nosotros.

Este arte sirve como medio perfecto para imitar la presencia del Espíritu Santo por medio de combinar nuestro entendimiento del mundo natural y el misterio de nuestra fe en un objeto tangible y por medio de la unión perfecta de tres elementos: luz, colores e historia.

Durante la Edad Media, la luz llevaba a la gente a juntarse y adorar. Antes de que se inventara la corriente eléctrica, la catedral principal de la ciudad era el epicentro donde la gente aprendía y compartía. Las iglesias evolucionaron de tener oraciones en lugares oscuros a celebrar la gloria de Dios en fortalezas brillantes e impresionantes.

Los colores abren nuestros ojos y mentes a un embriagante medio que hace que las historias de la Biblia cobran vida. Antes de la imprenta, el colorear un pedazo de papel no era una opción financiera viable para la mayoría de las iglesias, de modo que el contemplar hermosos colores a través de esta forma de comunicación humana era y todavía es algo que es visualmente atrayente para la sociedad.

Esta forma de arte fue capaz de contar una historia por medio de pintar fragmentos de historias bíblicas sin tener que aprender a leer. Así como yo, mucha gente tomó estas imágenes como su más básico entendimiento de la humanidad de Jesús y del pueblo de Dios del cual oímos en los sermones.

Es la combinación de estos tres componentes ordinarios lo que preparaba el escenario para un encuentro íntimo con Dios. Pero esta maravilla es mucho más que tan sólo las apariencias. Lo que nos inspira en el vitral es el sentimiento, literalmente.

Hay una especie de sensación que uno siente cuando uno pasa los dedos a través de esta especie de joya ventanal. Las impurezas de los metales, las burbujas de los vidrios de colores y las variaciones en el grosor de los vidrios cortados contribuyen a lo singular de cada cristal. Como niño, esto me enseñó que aunque muchas de las piezas no comparten la misma sensación, forma o color, todas encajan en este rompecabezas y obra maestra. 

Los cristianos de hoy pueden aprender de los artesanos que construyeron estas obras maestras de Dios. Sabían que si trabajaban duro y deliberadamente lograrían ensamblar un símbolo de santidad a través de la diversidad.

En las áreas urbanas y rurales de hoy hay muchos lugares modernos de adoración que no tienen vitrales lujosos. No me malentiendan, ¡Dios está allí también! Pero para mí, el escuchar un antiguo órgano de tubos conducir himnos centenarios debajo de monumentos históricos me pone a los pies de Dios y me recuerda lo humilde que soy.

La próxima vez que usted tenga la oportunidad de adorar en un espacio sagrado que tiene vitrales, hágalo. Tómese el tiempo para apreciar el trabajo de amor hecho por gente que tuvo el don de materializar la fe.


Paul Gómez es gerente de Hispanic/Latino Seeker Communications, que es parte de Comunicaciones Metodistas Unidas. Oriundo de Las Vegas, Nevada, hoy vive en Nashville, TN.

Contacto: [email protected]; o llame al: (615) 312-3550.

  

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