Tórtolas, fronteras y el Espíritu Santo

Las tórtolas van donde quieran. ¿Será esta una metáfora apropiada para entender al Espíritu Santo?
Las tórtolas van donde quieran. ¿Será esta una metáfora apropiada para entender al Espíritu Santo?

No fue sino hasta cumplir los cuarenta años que aprendí que la paloma y la tórtola son el mismo animal. Científicamente, no hay diferencia entre los dos. Con todo, la genta ama a las palomas. Su presencia simboliza la paz. Representan una calma que suaviza nuestras preocupaciones y problemas. La paloma es símbolo del Espíritu Santo. ¿Qué de la tórtola? No tanto. Un amigo la llamó “rata con alas”. Son como una peste repugnante. Su excremento está en todo lugar. Históricamente, se decía que traían enfermedades, aunque no hay ninguna prueba de ello. Son carroñeros de los cuales no podemos deshacernos.

¿Cómo paloma o tórtola?

¿Por qué la gente odia más a las tórtolas que a las palomas cuando se trata del mismo animal? El estudio de Colin Jeromack concluyó que a los humanos les gusta “establecer fronteras” que separan el orden del caos, la acción civilizada de la naturaleza salvaje. Ocurre que estas tórtolas molestosas no saben respetar las fronteras. No tienen ningún respeto por los límites o frontera imaginarias que nosotros establecemos. Habitan y se meten en los lugares que son nuestros y que deberían ser solo nuestros.

Si se quedaran en los bosques como los búhos, no habría problema. Si se juntaran solo donde hay cosas muertas, como lo hacen los buitres y las águilas, estarían fuera de nuestro espacio y nosotros sabríamos que lugares evitar.

Pero no. Se meten en nuestros parques, cocheras, escuelas, playas de estacionamiento de nuestras iglesias, edificios de oficinas. Invaden nuestros lugares de ocio y recreación, y dondequiera que vayan dejan su excremento en bancas, autos, estatuas, automóviles y hasta en nosotros.

Si somos honestos, las “fronteras imaginarias” de las que habla Jeromack en su estudio no se limitan a las tórtolas. Nos sentimos incómodos cuando algunas personas habitan en espacios que de alguna manera sentimos que no deberían. Recordemos la expresión “allá se va el vecindario”.

En este período de mi vida como plantador de iglesia, por cierto que prefiero a la tórtola que la paloma. Más que a la paloma, para simbolizar al Espíritu Santo prefiero a la tórtola, aquella invasora de espacios, recolectora de carroña en la ciudad.

Parecería que tenemos la necesidad de que nuestra vida de fe sea limpia y ordenada. Muchas de nuestras iglesias pasan por alto el Viernes Santo para irse directo al Día de Resurrección. El dolor y tortura del Viernes Santo nos hace sentir incómodos, pero lo soportamos debido a la tradición. 

La incertidumbre y oscuridad del Sábado Santo nos es tan extraño que casi no hablamos de ello. En Navidad nos saltamos la parte trabajosa. No nos detenemos en el dolor de dar a luz; el desorden del parto y la dificultad de cuidar de un bebé. Saltamos desde imaginar a María preñada a la “Noche de Paz”. No pensamos en Jesús como un bebé melindroso.

Personalmente, creo que la paloma representa la idea de querer que todo sea bonito y agradable, como una fe de “Momentos Preciosos”.

La tórtola representa el desorden, la realidad de la vida y la fe.

La idea del Espíritu Santo nos pone incómodos porque el Espíritu se rehúsa a mantenerse en su lugar, sino que sigue invadiendo espacios de los que pensamos Dios debería mantenerse lejos. Esta idea resuena profundamente conmigo.

Además, la tórtola es tremendamente indiscriminada

A la tórtola no le importa a qué nacionalidad, raza o etnicidad usted pertenezca. No le importa cuál sea su estado social o económico, sea que usted maneje un Jaguar o un KIA. No le importa si usted es heterosexual o LBGTQ. La tórtola defecará sobre usted, sus espacios y pertenencias.

Por supuesto que el Espíritu no va a defecar sobre usted, pero vendrá a usted porque el Espíritu no discrimina.

¿Qué es el Espíritu Santo?

El Espíritu representa la presencia, llamado y amor de Dios. El Espíritu vivirá en su corazón sin importar quién sea usted. No hay espacio o lugar que usted pueda esconder del Espíritu, porque no hay fronteras que Dios no cruzará para llegar a usted.

La otra cara de esta moneda de imaginar al Espíritu como una tórtola es que el Espíritu lo empujará a ir a lugares y espacios en los que usted quizá se sienta incómodo. El Espíritu lo desafiará a cruzar fronteras y límites que usted nunca imaginó. El Espíritu lo llamará a invadir espacios con bondad y amor sacrificial, para ser generoso e indiscriminado, para intervenir, interrumpir y perturbar con bondad y amor.

Willie Jennings ha planteado una pregunta que está siempre presente en mi alma: ¿A dónde nos guía es Espíritu y la vida de quiénes nos guía? ¿A dónde lo guía el Espíritu? Que tengamos el valor y la audacia para ir a lugares, espacios y vidas a las que el Espíritu nos guía.

Joseph Yoo se mudó de la costa oeste para vivir feliz en Houston, Texas, con su esposa e hijo. Sirve en Mosaic Church, Houston. Visite josephyoo.com

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