Revigorizando su vida de oración con una nueva práctica

Para lograr una vida llena de oración no hay una sola receta. Pero la práctica es importante. Foto por Courtney Carmody, vía Flickr.
Para lograr una vida llena de oración no hay una sola receta. Pero la práctica es importante. Foto por Courtney Carmody, vía Flickr.

“Señor, enséñanos a orar”, le pidieron los discípulos a Jesús (Lucas 11:1). Los que no confiamos en nuestra vida de oración, le hacemos la misma petición a nuestros pastores y a otros que saben más de esta disciplina espiritual.

Como metodistas unidos sabemos el valor de las obras de piedad como la oración. En las tres reglas de Juan Wesley, encontramos una que habla de “practicar en forma constante las ordenanzas de Dios”. Esta regla contiene una lista de ejemplos que incluyen la “oración familiar y privada”.

Aprender a orar es como aprender a montar bicicleta. Lo que aprendamos de un libro o clase no es suficiente. La competencia se gana con la práctica.

Además, dado que la oración es una forma de comunicación, no existe una técnica que satisfaga a todos. Cada uno de nosotros debe buscar nuestra forma favorita.

El gastar un día o temporada revigorizando su vida de fe será un tiempo bien invertido. Experimente con algunas formas nuevas de orar. Quizá le sorprenda encontrar lo que andaba buscando.

Quédese quieto

Para orar no es necesario pronunciar palabras. El Salmo 46 le dice a la gente ocupada tratando en agradar a Dios: “Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios” (Salmo 46:10, NVI). Algunas veces tenemos que parar de hacer tanto, y simplemente quedarnos quietos.

Al principio, esto será difícil porque no estamos acostumbrados a la quietud. Coloque el cronómetro por 3 o 5 minutos o ponga una música o sonidos relajantes que tenga esa duración. Quédese quieto y descanse en la presencia de Dios.

Oración como respiración

La respiración como oración es otra manera de hacerse consciente de la presencia de Dios. El Espíritu Santo está tan cerca de usted como lo está su respiración.

Una forma de practicar la respiración como oración es repetir silenciosamente una línea de oración cada vez que respire. Cuando inhale diríjase a Dios diciendo algo como “Jesús, Hijo de Dios”. Cuando exhale, pídale a Dios “Sé misericordioso conmigo, pecador”. Otros ejemplos: “Dios creador, permíteme ver tu belleza alrededor mío”; “Espíritu Santo, hazme sentir tu gozo”; “Señor, muéstrame el camino”; “Santo Dios, sáname”. Repita la oración en cada respiración por varios minutos. Escuche a Dios.

Oración multisensorial

Algunas personas encuentran efectivo involucrar varios sentidos. Por siglos, los cristianos han prendido velas, olido incienso, y usado rosarios o cruces para orar.

Algo similar es orar a la vez que uno trabaja una porción de arcilla con las manos para contemplar respecto a nuestra humanidad y pecaminosidad. La arcilla nos recuerda que Dios está constantemente moldeándonos para que seamos vasijas para el Espíritu Santo. Cuando Jeremías vio a un alfarero formando y reformando arcilla, escuchó la voz de Dios que decía: “Ustedes, pueblo de Israel, son en mis manos como el barro en las manos del alfarero” (Jeremías 18:6, NVI).

La oración del laberinto

El laberinto es otra herramienta efectiva para que nos centremos en la oración. El laberinto es un camino que ha sido marcado en un campo, pintado en una playa de estacionamiento o impreso en una tapiz sobre el que uno ora al caminar.

Aunque un laberinto podría sentirse como algo enredado, no lo es. Es una vía que lleva a los caminantes a un punto central y de vuelta a la salida.

Al entrar en el laberinto, las oraciones se centran en la confesión. Después los participantes se detienen y leen un texto bíblico o adoran a Dios de alguna forma. Al ir saliendo del laberinto, uno ora por otros, por uno mismo o por cualquier cosa que a uno le preocupe.

Ya que no es fácil encontrar laberintos, el llamado laberinto para los dedos podría ser una alternativa. Uno puede orar una oración en tres partes mientras que traza lentamente el camino con un dedo. Un puede comprar o hasta imprimir un laberinto de este tipo.

Si uno prefiere caminar, ore de la misma forma mientras que camina por su vecindario o una ruta de senderismo.

Orar un texto bíblico

Otra fuente excelente para la oración es la Biblia. El orar textos bíblicos es una tradición muy antigua.

Mientras ora, lea un pasaje parando en cada línea. Ore lo que le venga a la mente. Esto nos puede ayudar a traer a la presencia de Dios algo que no habríamos pensado por nosotros mismos.

Por ejemplo, el orar los Salmos nos llevará a tocar muchas emociones. La oración de María (Lucas 1:46-55) nos puede llevar a orar por los pobres y oprimidos. Muchos textos, como los milagros y parábolas de Jesús, pueden hablar a nuestras necesidades, lo mismo que las epístolas de Pablo. Estos textos nos ayudarán a alabar a Dios o a recordar una promesa.

Ore consultando con Dios

Uno también puede orar simplemente hablando con Dios al fin del día. Así como uno podría llamar a un amigo o familiar para conversar un poco sobre cómo va la vida, usted podría hacer lo mismo conversando con Dios.

Ignacio de Loyola, un monje y teólogo del siglo XVI, enseñó lo que él llamaba el examen diario de la consciencia. Este examen le exige al creyente que comparta con Dios aquello por lo que está agradecido, los momentos en que sintió la presencia de Dios en los eventos del día y sus pecados, todo esto para que Dios lo prepare para el día que viene.

Encuentre su propia manera de orar

Así como hay muchas manera de comunicarse con aquellos cerca de nosotros, así también hay muchas formas de orar. La lista que hemos dado no es comprehensiva, sino que un lugar de donde empezar a explorar otros métodos de oración.

Gaste algún tiempo para desarrollar una vida más rica en oración por medio de hallar lo que funcione para usted. Esto lo ayudará a revitalizar sus conversaciones con Dios.

Joe Iovino trabaja en UMC.org, en Comunicaciones Metodistas Unidas. Contáctese usando el email: [email protected] o llamando al 615.312.3733.

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