Contamos los días a fin de dividir nuestras vidas en pequeñas cantidades, lo que hace fácil reducir su importancia. Cada noche cerramos los ojos para dormir prometiendo en nuestro subconsciente que despertaremos otra vez en la mañana. Los días están garantizados en un mundo donde los medios sociales sólo registran los recuerdos en años. ¿Pero qué entrega un día?
Hace unas semanas viajé a casa por razones de trabajo y para visitar a mis amigos y mi familia, a quienes no veía hace meses. Fue muy lindo estar con ellos. Pude sentir su amor y aprecio y, más que todo, sentí ese sentimiento de pertenencia que dejé atrás. Cuando volví al trabajo, celebraban el cumpleaños de una colega. Ella encontró su escritorio cubierto de decoraciones en honor a ese día tan especial, todo organizado por colegas que llegaron temprano. Mientras partíamos el rico biscocho, me di cuenta de un poster azul que ella tenía en la pared. Decía “18,250 días de vida”. Con mi celular calculé mi edad en días. Recién había cumplido sólo 7,680 días esa tarde. Las ideas corrían en mi cabeza a velocidad de vértigo. ¿Qué he hecho con mi vida? ¿Qué haré con el resto?
Además de las diferencias que la gente tiene unos con otros, cada uno de nosotros sólo tiene dos cosas en común:
1. Todos morimos.
2. Todos tenemos la misma cantidad de horas al día.
Cada día, entre 50 y 70 billones de células nacen y mueren en nuestro cuerpo, procesaremos miles de pensamientos y nos encontraremos con rostros familiares y nuevos. Tenemos la oportunidad de elegir levantarnos de la cama en la mañana, ir al trabajo y gozar de una buena experiencia. Algunos días son mejores que otros, algunos se sienten más largos. Como sea, hoy es el día más importante de tu vida. Sólo tú tienes el poder de influir en la vida de otra persona para bien o para mal.
Creemos que tenemos tiempo. Creemos que tenemos tiempo para procrastinar, para dejarlo para mañana. Pero el día de mañana no está garantizado. Los científicos hoy cuestionan la existencia del tiempo –pareciera que su importancia disminuye cada año. Aunque el tiempo puede dar la oportunidad de crecimiento y mejora individual, la gente se engaña creyendo que es el tiempo el que hace los cambios. Sólo los necios creen que el futuro les debe algo. Lo que debes creer más bien es que el futuro es de aquellos que lo aprovechan. Hasta el momento en que respires el último aliento, sólo tú tienes el poder de hacer algo con tu vida cada día. Después viene la muerte.
Que nadie te engañe: todos temen la muerte. Todos nos preguntamos: ¿Qué pasa cuando morimos? Pero la pregunta no tiene una respuesta simple. En algunas culturas el tema es tabú y todos se sienten incómodos con el tema. Debido a esto, muchos carecemos de la habilidad de enfrentar la muerte con gracia y paz. En algunos lugares como Oaxaca, México, la gente ha creado formas de expresar sus emociones ante lo inevitable. El Día de los Muertos nos da la oportunidad de honrar la memoria de los seres amados que han fallecido. Los mexicanos temen la muerte tanto como lo hace la gente de cualquier otra cultura, pero abordan ese temor burlándose de ella y viviendo cerca de la muerte por algunos días cada año. De esta forma, la personificación ya no es la de un ángel de la muerte aterrador, sino una etapa de la vida. La gente se ríe de la muerte en su propia cara.
Esto podría sonar confuso, así que quisiera explicarlo un poco más. Si la muerte nos acompaña en la jornada, ¿por qué no gozar del viaje mientras dura? Claro que uno no tiene que abrazar la muerte como lo hace la gente de Oaxaca. Pero al menos debemos reconocerla porque al hacerlo tendrás presente cuán precioso es cada momento de tu vida.
La muerte jamás tendrá la victoria. El Apóstol Pablo lo afirma en su Carta a los Romanos, donde dice: “Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor” (Rom. 8:38-39 NVI). A fin de cuentas, la muerte perderá su aguijón cuando muramos.
Si entendemos y aceptamos que el tiempo es limitado, nos preguntaremos: Empezando ahora mismo, ¿qué puedo hacer en mil días o cinco mil o diez mil?
Mi intención con este artículo no es producir una declaración deprimente que le recuerde al lector lo inevitable de la muerte. Por el contrario, escribo con la esperanza de que cada uno celebre su mortalidad redimiendo cada día. Dejemos un legado. Que el recuerdo de nuestra vida lleve a la gente a vivir una vida llena de crecimiento, entusiasmo y amor. Gocemos de nuestra familia, enamorémonos, viajemos. No quiero decir que estas cosas harán una vida perfecta, pero creo que pueden ser el comienzo de una experiencia de aprendizaje de por vida. Una experiencia en la que jamás pararemos de crecer y nuestro corazón se llene más de amor.
¿Cuándo ha sido que el tiempo resolvió alguna cosa? No, tú eres el catalizador en tu vida, comunidad y generación.
¿Cuántos días tienes hoy? ¿Qué harás con los días que te quedan?
Zefrank tiene un divertido video en Youtube que ilustra la importancia de la vida.
Paul Gómez es gerente de Hispanic/Latino Seeker Communications, que es parte de United Methodist Communications. Oriundo de Las Vegas, Nevada, hoy vive en Nashville, TN.
Contact: [email protected] or +1 (615) 312-3550
[Publicado 17 octubre, 2018]