¿Buscas conectarte con algo más allá de ti mismo?
Las prácticas espirituales nos ayudan a sentirnos conectados con el mundo más allá de nosotros mismos.
Mediante las prácticas espirituales, despertamos a la realidad de que no estamos solos, de que estamos conectados a algo más grande de lo que vemos ocurrir con nuestros ojos. Es como si nuestros ojos se abren para ver más allá de lo que pueden ver.
Sin este cambio de percepción, a menudo nos encontramos cayendo en sentimientos de alienación, separación y soledad. Esto nos produce ansiedad y sentimientos de malestar.
La oración de bienvenida o acogida es una práctica que desbarata los sentimientos de separación, soledad y desorientación. Es algo que uno puede usar regularmente para interrumpir el día con algo espiritual. Espero que esto lo ayude a reorientarse en la presencia divina no importa qué esté haciendo.
La práctica de la oración de bienvenida
Fue Mary Mrozowski la que creó la oración de bienvenida, en siglo veinte. Mary fue una de las fundadoras de Contemplative Outreach (aprenda más yendo a contemplativeoutreach.org.). Su sistema se basa en la obra de Jean-Pierre de Caussade, Abandonarse a la Providencia Divina, escrita en el siglo 17.
En resumen, la oración de acogida es un método que permite que la presencia y acción de Dios influya en cómo reaccionamos física y emocionalmente al estrés de la vida. Cuando nos sentimos atrapados en sentimientos de ansiedad o derrota, nos ayudaría retirarnos a esta práctica como una forma de interrumpir los ciclos de rumiación. Cuando nos ocurren cosas negativas, surgen pensamientos como ”siempre me equivoco… no puedo tener éxito… soy un impostor…”. La oración de bienvenida descarrila estos pensamientos antes de que se vuelvan parte de nuestra narrativa.
Cómo practicar la oración de bienvenida
La oración de bienvenida tiene tres partes o movimientos. Primero, reconocemos lo que estamos sintiendo. Segundo, acogemos estos sentimientos como un medio para reconocer la presencia de Dios. Tercero, abandonamos la necesidad de controlar lo que ocurre, y simplemente abrazamos el momento.
Reconociendo nuestros sentimientos.
Permítase sentir el momento… ¿Qué está pasando en su cuerpo? ¿Dónde está manteniendo la tensión? ¿Qué está distrayendo tu mente? … Concéntrese en esto por un momento. Acoja cualquier cosa que esté experimentando. Nómbrela. Note que la oración de acogida se centra en estados emocionales y en sus reacciones. De modo que, en este momento usted podría estar sufriendo de un resfriado o ataque de alergia. En lugar de tan sólo reconocer que usted tiene una congestión nasal o dolor en su garganta, ponga atención a cómo estos síntomas físicos lo afectan emocionalmente: ¿Se siente frustrado? ¿Se siente agotado? ¿Está cansado de lidiar con cosas?
En un podcast de Compass, el Rev. Tyler Sit comparte la oración de bienvenida. De hecho, él le dice “hola” a lo que siente: “Hola ansiedad, te puedo ver. Hola, fatiga, te reconozco”.
Reconociendo a Dios.
De la misma forma que acogemos nuestros sentimientos, también debemos darle la bienvenida a Dios. Invitamos a Dios al momento en que vivimos. Una invitación adecuada sonaría como: “Hola, mi amado Dios, reconozco que tú también estás presente en este momento”.
Hasta sería de ayuda invitar y admitir la presencia de Dios en todas las sensaciones que tenga: “Dios, tú estás conmigo en mi ansiedad… Espíritu, tú estás conmigo cuando estoy agotada”.
Dejando ir.
Quizá la manera más económica de abandonar lo que uno siente es pronunciar delante de Dios las sensaciones que siente: “Dios, te doy mi fatiga. Espíritu, te doy mi ansiedad…”.
Mary Mrozowski nos provee de una oración para cerrar la oración de bienvenida:
“Dejo ir mi deseo de seguridad y sobrevivencia.
Dejo ir mi deseo de estima y afecto.
Dejo ir mi deseo de poder y control.
Dejo ir mi deseo de cambiar la situación.
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